sábado, 19 de febrero de 2011

A PETICIÓN DEL OBISPO DE BARCELONA, EL PADRE BENITO MENNI ACEPTÓ EL CARGO DE CONFESOR DE UNAS RELIGIOSAS FRANCESAS (AÑO 1867)

Escuela del Niño Jesús, de Barcelona, fundado en el año 1860 por las religiosas francesas conocidas por "Las Damas Negras".
Con la inauguración, el 14 de diciembre de 1867, del Asilo - Hospital de la Inmaculada Concepción, en el número 18 de la calle de Muntaner, esquina con la de Rosellón, de Gracia, municipio que más tarde se anexionaría a la ciudad de Barcelona, quedaba canónicamente establecida, en aquella Casa, la comunidad de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Era el primer hospital infantil de España y el tercero de Europa.
Atendidas las delicadas circunstancias que atravesaba el país en aquella época, no era prudente dar a conocer aquella fundación ni tampoco presentarla como una institución religiosa. Tampoco era, para el Padre Benito Menni ni para su consejero, el Dr. Bertrán, el lugar más adecuado para un establecimiento benéfico de esta naturaleza, pero juntamente con el benefactor, don Nonito Plandolit consideraron que, dadas las circunstancias apuntadas, se podía empezar con la asistencia de doce niños escrofulosos y raquíticos pobres, y que más adelante, colindantes con la casita que habían alquilado para iniciar la andadura restauradora de la Orden de San Juan de Dios en España, existían unos solares y pequeñas casas derruídas que, en su conjunto permitiría construir, en aquel emplazamiento, un asilo - hospital que fuera orgullo de Barcelona.
De ahí que, los inicios de esta primera institución española, se desarrollara tranquila y esperanzadora. En muy pocos días se ocuparon las doce camas disponibles. El prior del establecimiento, Padre Materno Seregni, tenía la misión de ocuparse de los doce niños acogidos y de atender a las personas que acudían en busca de remedios que pudieran aliviar sus males y sus dolencias, junto a la puerta de entrada, que quedó convertida en Casa de Socorro.
LAS FUNCIONES DEL PADRE BENITO MENNI
El Padre Benito Menni estaba entregado de lleno a la labor encomendada de restaurar la Orden de San Juan de Dios en España, dedicando sus esfuerzos, desde el primer día, con el empuje, la ilusión y la entrega de sus 26 años de edad. Pero su polifacética labor se extendía mucho más allá de sus obligaciones básicas y prioritarias. En el Asilo - Hospital celebraba a diario la Santa Misa, enseñaba el catecismo y preparaba para la recepción de los sacramentos, a los niños acogidos, y mantenía el espíritu religioso entre los componentes de la Comunidad.
En el Hospital de la Santa Cruz, que lo frecuentaba, administraba los sacramentos a los enfermos moribundos y ejercía de Director Espiritual de algunos Hermanos Terciarios, y en los Colegios de la Sagrada Familia y de Loreto, que estaban cerca del Asilo - Hospital, confesaba a las niñas escolarizadas.
Y por si esto no fuera suficiente, atendiendo el ruego que le hizo el Obispo de Barcelona, Monseñor Pantaleón Monserrat y Navarro, "... aceptó el cargo de confesor de unas religiosas francesas "Las Damas Negras", que dirigían el Asilo del Niño Jesús, a las cuales por no saber el castellano confesaba en francés" (1)
Imaginamos la papeleta que se le presentó al Obispo de Barcelona el día que aquellas religiosas francesas establecidas en su Diócesis, le visitaron para exponerle las dificultades de poder cumplir con el sacramento de la Confesión, por la sencilla razón de que no sabían el idioma castellano y solamente hablaban el propio, es decir, el francés. En aquella época, el clero de Barcelona y provincia hablaban catalán y castellano. En el Seminario no se estudiaban lenguas extrangeras.
Con la buena predisposición del Padre Benito Menni, el problema quedaba felizmente resuelto. Aquellas monjas pudieron, en lo sucesivo, ser escuchadas en confesión por el Padre Benito Menni en francés.
(1) Ciudad Gómez, Juan, O.H. "El resurgir de una obra". Granada. 1968

martes, 15 de febrero de 2011

LOS MÁRTIRES HOSPITALARIOS DEL SANATORIO MARÍTIMO DE SAN JUAN DE DIOS, DE CALAFELL (TARRAGONA). 30 DE JULIO DE 1936

Martirio de los Hermanos de San Juan de Dios, de Calafell (Tarragona)
el 30 de junio de 1936.
Obra de J.L. Fuentetaja.
La persecución religiosa desatada en España en el transcurso de la Guerra Civil (1936 - 1939) afectó, con toda su virulenta crudeza, a los establecimientos benéfico - hospitalarios de la Orden de San Juan de Dios, cobrándose un importante número de víctimas, entre los religiosos y confesos, así como también un notable número de enfermos.
El Sanatorio Marítimo de San Juan de Dios, de Calafell (Tarragona) fue uno de ellos. Alrededor de las 14:30 horas del día 24 de julio de 1936, la Casa fue invadida por un grupo de milicianos armados, que se apresuraron, unos a detener a los Hermanos, y otros a registrar el establecimiento en busca de armas, que no encontraron porque no las había. Posteriormente el Superior les sirvió una merienda y al atardecer se despidieron prometiendo volver al día siguiente con personal, para hacerse cargo del hospital, no sin antes espetarles "¡Quítense los hábitos; ya nadie viste hábitos; todos somos iguales!".
Se durmió poco aquella noche. Los profesos hicieron las guardias. A las 04:00 horas de la mañana se celebraron las misas.
Alrededor de las 18:00 horas se presentaron de nuevo los milicianos, exigiendo las llaves al Superior para hacerse cargo de todo. Se permitió a los Hermanos seguir con sus trabajos, en espera de que llegasen las suplencias. A partir de aquel momento ya todo fue intranquilidad, temores, sobresaltos y desconfianza.
Al día siguiente, domingo 26 de julio, al levantar a los niños de sus camas y rezar, se les prohibió hacerlo, burlándose y mofándose de la religión, y a cambio de rezos les prometieron un camión repleto de juguetes, les aseguraron que proyectarían cine en la capilla y que serían despertados con el grito de "¡No hay Dios!", y ellos contestarían "¡Viva el comunismo!".
A media mañana del día siguiente llegaron algunas mujeres, que se dedicaron a comer y a beber hasta quedar algunas de ellas ebrias, mientras gritaban desenfrenadamente "¡Estos frailes son nuestros criados; ya era hora que esto cambiara!"
El martes, día 28 los milicianos eliminaron todo vestigio y señal religiosa del sanatorio. Los Hermanos prepararon sus efectos personales y algunos libros. Se les proporcionó documentación para trasladarse a Francia. Tenían la creencia de que aquel día abandonarían libres el establecimiento. El miércoles, día 29 les prometieron que al día siguiente saldrían todos juntos dirección a Barcelona. Y a las 09:00 horas de la mañana del día 30 el jefe de los milicianos los reunió para decirles: " Los que quieran marcharse, pueden hacerlo, pero no podemos darles salvoconducto ni documentación alguna ni respondemos de sus vidas una vez salgan de la Casa. Los que quieran pueden quedarse con nosotros". La mayoría optó por salir, por entender que si se quedaban corrían el peligro de perder sus almas. Los jefes de los milicianos decidieron dejar ocho Hermanos para el servicio del sanatorio. Los restantes, salieron en dos grupos, uno hacia la estación de San Vicente, y el otro, hacia la de Calafell.
Poco después los milicianos entresacaron al Hermano Constantino Roca y junto a la vía férrea, lo ametrallaron. Más tarde, recogieron a los otros en una misma camioneta y siguieron juntos la etapa final. Primero fueron llevados a la Plaza de El Vendrell, donde se había congregado un enorme gentío enfurecido profanando la iglesia del municipio. Al ver a los religiosos, quisieron apoderarse de ellos, pero se los llevaron con la camioneta tomando la carretera con dirección a Barcelona.
A la salida del término de Calafell fueron interceptados por otro grupo de milicianos, que les obligaron a bajar poniéndose en fila. Cuatro de ellos fueron separados del grupo por ser muy jóvenes (eran profesos), y los quince restantes fueron acribillados a balazos de fusil.
En el asesinato participaron unos 19 milicianos, mientras los religiosos caían inertes al suelo al grito de "¡Viva Cristo Rey!". Eran alrededor de las 17:00 horas de aquel funesto 30 de julio de 1936.
FUENTE DE CONSULTA:
Lizaso Berruete, Félix, O.H. " Beatos Braulio María Corres, Federico Rubio y compañeros mártires. 71 Hermanos de San Juan de Dios testigos de la Misericordia hasta el martirio." Secretariado Permanente Interprovincial. Madrid, 1992.

jueves, 10 de febrero de 2011

FUSIÓN DE LAS HERMANAS AGUSTINAS - HOSPITALARIAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN, CON LAS HERMANAS HOSPITALARIAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.

El pasado domingo, día 6 de febrero, tuvo lugar en la Catedral de Cambrai -- Región Norte de Francia -- la celebración del acto de fusión de la Congregación de las Hermanas Agustinas - Hospitalarias de la Inmaculada Concepción, con la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.
El acto central fue la celebración de la Eucaristía, que presidió Monseñor Garnier, Arzobispo de la Diócesis de Cambrai, en el transcurso de la cual la Superiora General de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, Sor María Camino Agós, hizo entrega del Crucifijo y las Constituciones de la Congregación, a cada una de las cuarenta y siete Hermanas Agustinas, como signo de pertenencia a su nueva Congregación. Esta celebración se repetirá el día 18 de este mes de febrero en Dapaong (Togo), para las veinticuatro Hermanas Agustinas que trabajan en África.
La Congregación de Agustinas - Hospitalarias que se han fusionado, estaba formada por setenta y una Hermanas. Vivían la regla de San Agustín y practicaban la hospitalidad en centros del Norte de Francia y en Togo y Burquina Faso (África). Su milenaria historia se remota al 1070, con la fundación del Hospital de San Julián, en Cambrai, para atender a las necesidades de los enfermos de aquellos lugares. Con idéntica finalidad nacieron en la región otras comunidades religiosas autónomas "Maisons Dieu", hasta que en el año 1845 se fusionaron eligiendo a la Madre Monique Leroy como Superiora General y en la década de los 60 del siglo pasado, las Hermanas Agustinas acogieron a otras dos pequeñas congregaciones, también Agustinas, que se fusionaron con la suya.
la Casa Madre estaba en Cambrai. Destruída durante la guerra de 1940 se reconstruyó en Saint-Amand-les-Eaux, en 1954, donde continúa hasta la fecha.
Desde el año 2000 estas Hermanas venían reflexionando en la necesidad de buscar caminos de futuro uniéndose a otra Congregación, hasta que el 1º de mayo de 2004 la Superiora General, Sor Marie Florence Descamps expuso la decisión de iniciar, con la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, una andadura de conocimiento mútuo para llegar a la fusión.
Han sido precisamente las coincidencias fundamentales, carismáticas y apostólicas que han propiciado esta fusión, como son la hospitalidad como elemento de identidad; la universalidad de la Congregación y el compromiso con los pueblos más necesitados, priorizando África, así como el cuidado de las vocaciones y la apertura a compartir la misión con los laicos. Les une también la espiritualidad, basada en los mismos textos bíblicos y la dimensión comunitaria en su vertiente de "un solo corazón y una sola alma", tan específica en San Agustín y tan añorada y vivida por las Fundadoras de la Congregación Hospitalaria.
FUENTE DE CONSULTA
"Ecclesia Digital", 8 de febrero 2011

martes, 1 de febrero de 2011

EN LA IGLESIA DE LA BONANOVA, DE BARCELONA, EL PADRE BENITO MENNI BENDIJO EL MATRIMONIO DE JOSÉ GIMÉNEZ VERA Y ZOE MIQUELERENA PUJOL (AÑO 1888)

Plaza e iglesia de la Bonanova, de Barcelona, en las primeras décadas del siglo pasado.

En el ejercicio de las atribuciones que, como presbítero le correspondían, el Padre Benito Menni bendijo, el día 5 de junio de 1888, en la iglesia de la Bonanova, de Barcelona, el matrimonio formado por José Giménez Vera y Zoe Miquelerena Pujol. (1)
José, conocido entre sus amistades y en ámbito familiar por Pepe, era hermano de María Angustias Giménez Vera (Sor Corazón de Jesús), y estuvo empleado, como administrativo, inicialmente en la Casa de los Hermanos de la Orden de San Juan de Dios, de Ciempozuelos (Madrid), y posteriormente en la Casa de los Hermanos de la misma Orden, de San Baudilio de Llobregat -- actual Sant Boi de Llobregat -- (Barcelona), por deferencia del Padre Menni, con la finalidad de que estuviera cerca de su hermana María Angustias, que pasó a formar parte de la comunidad de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, de San Baudilio de Llobregat, una vez concluído el Primer Capítulo General, que se celebró el día 22 de noviembre de 1895, en el Hospital - Asilo San Rafael, en el municipio de Las Corts, cuando todavía no se había anexionado a la ciudad de Barcelona.
Buen amigo del Padre Benito Menni, Pepe fue siempre persona de la máxima confianza de los Hermanos y de las Hermanas, que le confiaron gestiones de asuntos reservados, tanto de la Orden como de la Congregación, entre ellos algunos que requerían desplazamientos a puntos alejados de la península ibérica, como París y Londres, entre otros.
Por otra parte, el doctor en Medicina, don Antonio Miquelerena, fue una de las primeras personas que conoció y ayudó al Padre Benito Menni cuando llegó a Barcelona, el 6 de abril de 1867, para restaurar la extinguida Orden de San Juan de Dios, iniciándose entre ellos una muy buena y duradera amistad. Estas circunstancias propiciaron la presentación y posterior relación de la hija del médico barcelonés, Zoe Miquelerena Pujol y de José Giménez Vera, que más tarde se unirían en matrimonio, y que, como hemos apuntado en el primer párrafo, bendijo el Padre Benito Menni. (2)
(1) Historia de la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. Volumen I. El Beato Benito Menni y las Hospitalarias. Vicente Cárcel Ortí. Ciudad del Vaticano. 1988.
(2) En su día intenté localizar el acta de este matrimonio en el Archivo Parroquial de la Iglesia de la Bonanova, de Barcelona. No fue posible atendido que, poco después de estallar la Guerra Civil española, el 18 de julio de 1936, la iglesia fue saqueada, y toda la documentación, archivos, mobiliario, enseres y objetos de adorno y del culto, destruídos y quemados, y el edificio de la iglesia, arrasado e incendiado, quedando todo ello reducido a un gigantesco montón de escombros.